El autor señala que, pese a la enorme cantidad de asociaciones y grupos organizados que colaboran en el país con los asuntos públicos, no existen los mecanismos ni instancias adecuados, así como tampoco una cultura política, que hagan posible una efectiva participación ciudadana. Lo que se realiza actualmente es una participación por invitación como en las comisiones formadas bajo la actual administración. Sin embargo, las metodologías para posibilitar la participación existen y se renuevan en América Latina y el mundo. No es justificado temer que esa actuación de la comunidad se transforme, necesariamente, en un caos y que equivalga a asambleísmo, movilización callejera o negociación de intereses corporativos.
